8/5/08

Sarah Braasch - relato de una ex Testigo de Jehova

Sarah Braasch es en estos momentos la interna legal del "Freedom from Religion Foundation", una organización educacional que lucha por la separación de iglesia y estado (estoy considerando seriamente abrir un capítulo en PR). Hoy en dia posee dos bachilleratos en ingenieria y estudia leyes constitucionales y derechos humanos. Pero no siempre fue asi. Sarah nació en una familia que eran miembros de los Testigos de Jehová y llegar a donde está fue un camino arduo y dificil.

Vivia en un constante estado de terror como niña. Los Testigos de Jehová creen que Satanás el Demonio y su ejercito de demonios son reales. Tienen un miedo casi histerico a los demonios, aunque esto no es evidente en sus literatura. De acuerdo a los Testigos de Jehová, los demonios viven y dominan sobre este mundo. Ellos creen que los demonios pueden atacar a los humanos, psicológica, física y sexualmente.



Como resultado, estaba llena de culpabilidad y atacada por el miedo. Era torturada por pesadillas horribles de demonios que intentaban matarme. Pensaba que veia a Satanás en mi cuarto por las noches. Pensaba que estaba siendo asedida incesantemente por ataques endemoniados. Mis padres nunca dudaron de aprovechar esta amenaza como forma de castigo y desaprobación. Le lloraba a Jehová en mis oraciones, rogandole que no dejara a los demonios hacerme daño, prometiendo ser buena. Oraba por horas. Si, en medio de mi oración, una mala palabra o imagen pornográfica entraba en mi cabeza, entonces tenia que comenzar de nuevo, pidiendole a Jehová que me perdonara por mis malos pensamientos. Cada vez que tenia un pensamiento terrenal o hacia algo que no era apto para un Testigo de Jehová, pensaba que un demonio me iba a atacar o abusar de mi. Me la pasaba cantando a mi misma en todo momento, algo asi como "Jehová me ama. No va a dejar que nada malo me suceda. No quiero que los demonios entren en mi vida. Jehová no va a dejar que los demonios me hagan daño." Dormia con las manos sobre mis genitales, no fuera a ser que un demonio me violara en medio de la noche."


Me fui para la universidad, armada con prestamos estudiantiles y becas y nunca mirá para atrás. No he hablado con ninguno de mis padres desde que era una adolescente. Lo último que mi padre me dijo fue que nunca llegaria a nada sin el. Pero yo sabia que era capaz de pararme en mis propios pies. Sabia que era igual a cualquier hombre, a pesar de que la biblia me habia enseñado lo contrario. Obtuve dos bachilleratos en ingenieria y he hecho una vida para mi, pero no ha sido facil. He viajado el mundo, he leido a los grandes filósofos y estoy en la escuela de leyes, estudiando derechos humanos internacionales y ley constitucional y a veces, en medio de la noche todavia tengo miedo de los demonios. Y todavia le tengo miedo a la oscuridad.
Les recomiendo que lean su triste historia, que gracias a su capacidad de romper las cadenas del virus de la religión, terminó siendo un final feliz.

Este es otro ejemplo vivo de porque algunos consideran que la religión debe ser catalogada como abuso de niños. Los traumas sicológicos por lo que tienen que pasar las personas, incluyendome a mi, para liberarse del dogma, la inculcación de mentiras y el miedo que se nos mete desde jovenes, para muchos es insuperable.

Este relato me trajo a la memoria mi educación en una escuela religiosa católica. Las veces que en la clase de religión nos hablaban de la existencia del diablo, de como este nos acechaba en todo momento y el terror de pasar una eternidad en el infierno. Al igual que Sarah, pase muchas noches orando de rodillas sobre mi cama, pidiendo perdón por los actos más inofensivos, pensando que si me pasaba algo durante mi sueño, iba a tener que sufrir una eternidad de dolor y miseria.

Ningún niño debe pasar por estas horribles experiencias. Si eres un creyente, deja que tu hijo decida por si mismo si quiere creer en Dios o no, y cual religión va a seguir, si alguna. Educalos sobre la religión, pero sobre todas las religiones que existen y han existido. No le inculques tu propia religión, con la certeza que tu sabes cual es la correcta, sin prueba ninguna de tu aseveración.

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