Cuando se habla de evolución, muchas veces se piensa en animales progresando a través del tiempo y transicionando de una forma a otra de acuerdo a las fuerzas del medio ambiente y la selección natural. La pregunta que todavia permanece es ¿como llegó la vida a existir para entonces poder transicionar?
La mayoría de los expertos presumen que la vida surgió de moléculas complejas como acidos y proteinas, los cuales se unieron para formar unidades simples y que la competencia existia entre estas unidades químicas para formar unidades cada vez más complejas que con el tiempo terminaron siendo viruses, bacterias y continuaron así hasta llegar a los dinosaurios.
Para examinar esta hipótesis, Martin Nowak y Hisashi Ohtuski, dos biologos matemáticos de la Universidad de Harvard utilizaron unas simples ecuaciones matemáticas para modelar el crecimiento de estas unidades.
Estos encontraron que unidades que utilizan reacciones mas rápidas tienden a ser mas abundantes y terminan dominando a las demás.
Explican los investigadores:
Un sistema como este, lleno de moleculas nuevas que interactuan, seria el lugar perfecto que favoreceria el origen de una molécula que pueda crear copias de si misma.Y es aquí donde comenzamos a ver el orígen de la vida. Una vez tenemos moléculas que pueden procrearse, tenemos un sistema pre-evolutivo. La naturaleza no es perfecta (a pesar de que el Dios que supuestamente la creo si lo es, pero su trabajo dice lo contrario) y una vez tenemos procreación, tenemos errores en las copias o mutaciones, lo que comienza el proceso de la evolución.
Claro está, el hecho de que algún dia se encuentre como una sopa de químicos pudo generar vida no va a satisfacer a la comunidad religiosa. Estos siempre van a argumentar que se necesita un ser inteligente que genere las reglas que sigue la evolución, la física y la matemática. Para ellos, el hecho de que exista complejidad es prueba de que existe Dios. Utilizando ese mismo argumento, podemos decir que si encuentras un tesoro al final de un arcoiris, TIENEN que existir los duendes.
Fuente: NewScientist
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